Navegando por los cambios: Las nuevas Normas Urbanísticas del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid

En el dinámico paisaje urbano de Madrid, mantenerse al día con las normativas y regulaciones puede ser un desafío, especialmente cuando se trata de planificación y desarrollo urbano. Recientemente, el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid ha experimentado una serie de cambios significativos en sus normas urbanísticas, afectando a residentes, desarrolladores, ya todos aquellos interesados ​​en el futuro de la ciudad. En este blog, exploraremos en detalle estos cambios, analizando su impacto y las oportunidades que pueden surgir a partir de ellos.

Resumen de los principales cambios en las normas urbanísticas

El 17 de julio de 2023 se posiciona como una fecha histórica para Madrid, marcando el día en que se dio luz verde, de manera provisional, a sus renovadas normas urbanísticas. Estas regulaciones son un precursor del próximo Plan General de Ordenación Urbana de la ciudad, que reemplazará al que ha estado vigente desde 1997, definiendo el rumbo urbanístico para los próximos años.

El término «urbanismo» puede tener múltiples interpretaciones, pero para el ciudadano medio, se traduce en la calidad y condiciones de su futura residencia. Bajo esta nueva directriz, no se permitirán viviendas en la capital que tengan menos de 40 metros cuadrados. Se ha establecido un estándar básico de vivienda que se alinea con las necesidades contemporáneas, superando las condiciones estipuladas en una Orden Ministerial de 1944 que prevalecía hasta la fecha.

Entre las innovaciones más destacadas, se encuentra la disposición de que las terrazas y los espacios para instalaciones en las plantas residenciales no se consideran en el cálculo de edificabilidad, lo que fomentará la inclusión de balcones y terrazas tanto en nuevos edificios como en los ya existentes.

Además de las mejoras en la regulación de espacios comunitarios y tendederos, las nuevas normas urbanísticas han ajustado la regulación de los trasteros, que ya no se considerarán en el cálculo de la edificabilidad. No será obligatorio contar con una división física entre la cocina y el tendedero, siempre que se respeten las áreas mínimas establecidas para cada una de estas estancias.

Otro punto clave que abordan las nuevas normativas es la conversión de locales comerciales en viviendas, solucionando la actual ambigüedad legal en este aspecto. Esto facilitará el uso residencial de locales actualmente desocupados, garantizando al mismo tiempo que las viviendas resultantes cumplan con los requisitos de habitabilidad, confort, seguridad, accesibilidad y salubridad que se exigen para las viviendas de nueva construcción.

Además, las normas añaden dos nuevas formas de vivienda compartida que han ganado popularidad en la actualidad: el co-living y el co-housing.

 

En el caso del co-living, se integra en la normativa una categoría de residencia compartida donde los residentes no necesariamente comparten vínculos sociales o religiosos. Para este tipo de vivienda, se establecen condiciones que favorecen la convivencia, con una amplia oferta de espacios comunes y una reducción correspondiente de las unidades de alojamiento privadas. En este caso, las viviendas no podrán tener menos de 15 metros cuadrados para una persona, o menos de 10 metros cuadrados por persona si están diseñadas para alojar a más de una persona.

En cuanto al co-housing, se regulan las viviendas colectivas tipo 2, donde se fomenta la relación y convivencia entre los residentes a través de espacios comunes que incluyen áreas de estancia y ocio. La superficie mínima de la vivienda será de 30 metros cuadrados, compensando el resto hasta los 40 metros cuadrados con las áreas comunitarias.

Las nuevas normas introducen un parámetro urbanístico innovador: el factor verde. Este nuevo criterio tiene como objetivo mejorar la sostenibilidad ambiental, aumentando la superficie vegetal en edificios mediante la implementación de cubiertas y fachadas verdes, así como promover la plantación de árboles y ajardinamiento en espacios libres de las parcelas. Todo ello contribuirá a mitigar el efecto de «isla de calor» en los edificios y a mejorar la calidad del aire en aspectos como la humedad relativa y la reducción de contaminantes.

Los dispositivos que produzcan energía de manera sostenible, así como los elementos constructivos que mejoren la eficiencia energética, así como los espacios destinados para albergar vehículos de movilidad sostenible, tales como las bicicletas, no se considerarán en el cálculo de la edificabilidad.

La nueva legislación también responde a la necesidad de facilitar la creación de servicios e instalaciones demandados por los barrios. Se han flexibilizado las normativas para agilizar la implementación de infraestructuras esenciales y singulares, eliminando la necesidad de redactar un plan especial. Esto simplifica enormemente la instalación de centros culturales o deportivos, por ejemplo. Además, se permite el uso temporal de terrenos baldíos por un máximo de cuatro años, destinándolos a espacios de recreo y mejoras del paisaje urbano, hasta que se construya la infraestructura prevista. También se ha contemplado la posibilidad de erigir viviendas tuteladas y viviendas de integración social en suelos dotacionales, enfocadas a grupos con necesidades específicas.

Las nuevas normativas urbanísticas buscan eliminar obstáculos y trámites redundantes. Un ejemplo de ello es la eliminación de los planes especiales de control urbanístico ambiental (PECUAU), que incluyen las mismas verificaciones que luego se realizan durante el proceso de licencia. Este cambio no implica una reducción de los estándares medioambientales ni de los controles, pero sí permitirá ahorrar una media de un año y medio en la obtención de la aprobación para un proyecto.

Con todas estas modificaciones propuestas por las nuevas normas urbanísticas, se espera lograr una ciudad más habitable, sin que esto esté reñido con el fomento del urbanismo como motor económico. El Ayuntamiento prevé que estas normativas permitan crear más de 4.000 empleos e incrementar el PIB de la capital en 215 millones de euros.

Conclusión

Los cambios en las Normas Urbanísticas del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid representan un paso importante en la evolución de la ciudad. Con una comprensión clara de estos cambios y una actitud proactiva, podemos asegurarnos de que Madrid continúe siendo una ciudad vibrante y sostenible, que se adapta a las necesidades de sus residentes y visitantes. Es un momento emocionante para ser parte de esta metrópoli en constante cambio, y esperamos con ansias ver cómo estos cambios se traducirán en un Madrid mejor para todos.

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