¿Tienen los espacios que habitamos un impacto sobre nuestras emociones? ¿Existe una relación directa entre arquitectura y bienestar emocional?
La Neuroarquitectura es un término que combina los campos de la arquitectura y la neurociencia, buscando entender cómo el entorno construido (edificios, espacios, ambientes) puede afectar el cerebro humano y el comportamiento. La idea subyacente es que el diseño de espacios físicos puede tener un impacto significativo en la salud mental, el bienestar y la funcionalidad cognitiva de las personas.
Los defensores de la neuroarquitectura sostienen que elementos como la distribución del espacio, la luz, los colores, los materiales y la disposición de los objetos pueden influir en el estado de ánimo, la concentración, la creatividad y la interacción social de las personas que ocupan esos espacios. Esto se basa en la idea de que el cerebro humano responde a estímulos visuales y sensoriales, y que un diseño cuidadoso puede optimizar estos estímulos para mejorar la experiencia y el rendimiento de las personas.
Fundamentos de la Neuroarquitectura
Gracias a la creciente investigación de la disciplina, y la más esencial y lógica experiencia humana, es posible realizar una recopilación de los principios que sustentan el diseño neuroarquitectónico.
- Iluminación natural: La exposición a la luz natural se ha asociada con mejoras en el estado de ánimo y la regulación del ritmo circadiano, el denominado reloj biológico, lo que puede tener un impacto en la salud y el rendimiento. Es el principal estimulo ambiental. Nuestro cerebro funciona bajo un patrón ambiental de luz de 24h. El cortisol, la hormona de la actividad y el estrés, la que nos mantiene despiertos, alcanza su pico máximo por la mañana tras haber sido segregada durante la noche. La melatonina, conocida como la hormona del sueño, encargada de preparar el organismo para el descanso, entra en escena en la mitad de la tarde, en plena caída de cortisol. El cortisol activa el sistema nervioso simpático, que favorece la activación y la alerta, mientras que la melatonina activa el sistema nervioso parasimpático, responsable de la sensación de relajación.
- Colores: Los colores influyen y condicionan el estado de ánimo de las personas, por lo que es fundamental estudiar el efecto de las distintas tonalidades en nuestro cerebro y así emplearlos de la forma más eficiente. Los tonos cercanos a la naturaleza (verdes, azules, amarillos) reducen el estrés, aumentan la sensación de confort e inciden sobre la percepción del espacio como un edificio saludable. Por su parte, tonos como el rojo captan la atención del receptor por lo que en tareas de concentración son los más indicados.
- Naturaleza y elementos biófilos: Incorporar elementos de la naturaleza en los espacios, como plantas o materiales naturales, puede tener efectos positivos en el bienestar y la reducción del estrés. La adaptación del ser humano al medio urbano ha resultado en una desvinculación radical del entorno natural. Este déficit de naturaleza se traduce en un aumento de patologías, tanto físicas como psicológicas.
- Morfología del espacio: La morfología de los elementos que conforman el espacio afecta a la amígdala que es la parte del sistema límbico vinculada al miedo y al estrés. Las formas orgánicas, las curvas y los contornos suaves, tienden a producir sensación de bienestar y relajación, mientras que los ángulos muy pronunciados, al recordarnos a objetos afilados, activan una alerta instintiva de peligro generando mayor sensación de estrés. Evitar los recorridos demasiado marcados y la distribución rígida del espacio, fomenta la libre exploración de los usuarios. Un espacio con techos altos y espacios diáfanos favorece el pensamiento abstracto y colectivo mientras que un espacio más recogido con techos más bajos favorece el pensamiento concreto e individual.
- Materiales: Cada material influye sobre la percepción interior y exterior de un espacio. La elección de un material incluye un amplio espectro sensorial: la textura, el color, la temperatura al tacto, su envejecimiento e incluso el olor de los elementos configuran la capa superficial y perceptible del espacio. La calidad de un espacio interior también se mide en su grado de protección frente a agentes externos de ruido y temperaturas inadecuadas para la salud. Es fundamental que los materiales no emitan sustancias tóxicas al aire, tanto en los materiales empleados para resolver los sistemas constructivos, como en el mobiliario, los revestimientos o los aparatos vinculados a instalaciones.
- Confort Higrotérmico: El intervalo de temperatura en el que el cuerpo humano experimenta sensación de confort se sitúa entre los 17ºC y 27ºC, por lo que si esta por encima de 27ºC se reduce la capacidad de concentración y rendimiento, y si está por debajo de los 17ºC se activa y se pone en alerta el cuerpo, produciendo nerviosismo y necesidad de moverse. También, nuestra sensación de confort mejora en presencia de una corriente de aire. Poner en práctica estrategias de diseño que favorezcan una correcta ventilación mejora el bienestar en el interior de un espacio.
- Confort Acústico: Es fundamental plantear un buen sistema de aislamiento acústico, que tenga en cuenta los ruidos aéreos y de impacto para ser capaz de silenciarlos o, por lo menos, atenuarlos. Para protegernos del ruido aéreo utilizamos materiales que los absorban y reduzcan como aislamientos densos o vidrios de doble cámara.
- Entorno y visuales: La sensación de bienestar que producen las vistas al mar, en lo alto de una montaña, en una pradera de pasto verde, un campo de paja, está directamente relacionada con la tendencia de nuestro cerebro a buscar espacios variados y naturales con perspectivas lejanas que nos aportan seguridad. Es necesario que una vivienda esté vinculada al espacio exterior mediante terrazas y ventanales que permitan mirar hacia puntos lejanos, libre de obstáculos, favoreciendo el descanso visual. Esa interacción entre espacio interior y exterior contribuye a crear rutinas más saludables evitando la sensación de claustrofobia.
¿Cuesta mas diseñar y proyectar un edificio basado en los principios de la neuroarquitectura?
Expertos en neuroarquitectura aseguran que no tiene ningún coste extra en el presupuesto de la obra. La inversión es la misma pero la concepción y funcionalidad de los espacios varía. Además, cualquier partida a mayores destinada a la creación de un espacio confortable será amortizado. Está probado, por ejemplo, que el rendimiento de los trabajadores aumenta de forma exponencial en un ambiente que mejora sus habilidades cognitivas, capacidad de concentración y disminuye los niveles de estrés y ansiedad.
Los edificios saludables no solamente son aquellos que emplean materiales beneficiosos para el entorno natural y el ser humano. También es fundamental lograr las mejores sinergias entre los factores humanos y estructurales de las edificaciones para construir espacios eficientes y felices.
Si tienes una parcela y quieres construirte una casa, nosotros te asesoraremos en todo lo necesario para que sea la casa de tus sueños.
¡Contacta con nosotros y pide tu presupuesto!